El México bronco asoma

El concepto puede verse hoy en día extendido a otros ámbitos, con los maestros protestando contra la reforma educativa y todo el arco político opositor oponiéndose a la reforma de Pemex, el baluarte enarbolado por el PRI (partido gobernante en México durante setenta de los últimos 80 años, y ahora retornado al poder) con la Nacionalización Petrolera de Lázaro Cárdenas en 1936. Fue uno de los frutos maduros que dejó la revolución “institucionalizada” en partido gobernante: el petróleo mexicano en manos mexicanas.



Hoy, el gobierno de Peña Nieto ha tropezado desde el comienzo en cada una de sus iniciativas hasta ser abucheado en la ceremonia del “Grito de la independencia” en días pasados. El candidato del Grupo Televisa afrontó las denuncias de fraude electoral en las elecciones presidenciales por el candidato del PRD, Manuel López Obrador con un millón de manifestantes llenando la plaza del Zócalo e invocando el pedido de nuevas elecciones y recuento de votos. El trance se supero como se supera todo en la política azteca, con un pacto de gobernabilidad entre el PRI, que volvía al poder después de dos periodos de “descanso” tras gobernar la nación setenta años consecutivos; el PAN, partido conservador que le había arrebatado el gobierno durante dos periodos, y sectores del PRD, el partido de izquierda de López Obrador a quien dejaron solo reclamando el fraude como en las elecciones pasadas.



Sin embargo la clase política mexicana se encontró de pronto con una ciudadanía cansada de tolerar en silencio los atropellos recurrentes del gobierno. Luego de seis años de “Guerra al narco” emprendidos por el panista Felipe Calderón, con treinta mil muertos anuales en promedio y perdida de libertades por parte de la población. La conciencia mexicana parece salir de su letargo. Es por eso quizás que la propuesta del presidente Peña Nieto de una nueva reforma educativa fue entendida directamente como un ataque a los maestros y al sistema educativo. Las protestas se multiplicaron y el reclamo de los docentes encontró eco en todas las esferas sociales, con la consabida caída de la popularidad del presidente. El paso siguiente no fue menos desafortunado, la pretensión de abrir Pemex a la inversión extranjera caló hondo en los ánimos de la población.



México parece haberse contagiado del espíritu de los estudiantes chilenos que piden mejoras educativas o de la clase media brasileña pidiendo más seguridad y menos “patria chuteira” (patria futbolera). Por estos días los medios recuerdan la masacre de los estudiantes en la plaza del Zócalo previo a las Olimpiadas del ’68. Según comentaba un periodista mexicano, es un momento de convergencia de distintas clases sociales en reclamos contra un mismo gobierno. Los campesinos y pueblos originarios protestan por el caso Patishtan, los jóvenes “ninis” (ni estudian ni trabajan) encuentran un lugar para protestar junto a los intelectuales pidiendo educación de nivel y no recortes ni presión a los maestros, y los sectores políticos que en otras circunstancias se abrían mantenido junto a Peña Nieto se ven obligados a soltarle la mano con la iniciativa privatista ante Pemex.
Todos los caminos emprendidos por el ejecutivo desde la Residencia de Los Pinos parecen ir despertando el México bronco al que todos temen. De las futuras acciones de Peña Nieto se desprenderá si tiene habilidad para salvar la ropa o si su gobierno dejará un lastre difícil de superar por su partido en las próximas elecciones. Mientras tanto México sigue esperando que el águila engulla a la víbora que la asfixia, de una vez por todas.



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