Trump, el resultado tan temido

Por Lucas Di Marco. La potencia nuclear más importante del planeta (hace pocos años dejó de ser la potencia económica número uno), ha optado por un cambio respecto al rol que viene ejerciendo a nivel mundial. Muchos analistas indican que esto significa una retirada fronteras adentro y un desentenderse del mundo para reconstruir su propia y resquebrajada economía.

Mientras muchos ya piensan en que EEUU le dará más espacio de crecimiento a las potencias emergentes como Rusia, China, India o Brasil, retirándose del rol central que ha tenido en los últimos cien años en el escenario mundial, otros entienden que la victoria del magnate significa una consolidación del Establishment en un momento en que el mundo entero ve surgir y entronizarse a líderes de derecha.

Si el Brexit británico había puesto en duda los mecanismos de relojería de la economía mundial, la victoria de Trump, sumadas a las de Mariano Rajoy en España o la oleada derechista en Sudamérica, pone de manifiesto un nuevo orden social y de valores. Europa tendrá que vérselas con Rusia y Medio oriente de quienes depende energéticamente, sin su aliado militar y económico, tan denostado por las élites europeas y a quienes deben su reconstrucción tras dos guerras mundiales.

Los 56 millones de latinos que viven en territorio de EEUU pueden ver también afectado su bienestar si la victoria del candidato votado por la población rural y blanca (los denominados Wasp: White, Anglosajon and Protestant people), le exigen a Trump que cumpla sus promesas de cerrar fronteras y endurecer el trato con latinos y musulmanes.

América Latina ve con pavor al nuevo ocupante del salón oval, dado que ya prometió duras medidas contra su vecino más cercano, México, y su política exterior promete ser todo menos abierta para los productos que la región puede exportar a EEUU. En particular los países que integran el TLC llamado «Alianza del Pacífico», con el que Barack Obama intentó generar un contrapeso económico a China creando una zona de libre comercio entre EEUU, Japón, Corea del Sur, países del Sudeste asiático y los latinos Chile, Perú o Colombia, sufrirán los embates del nuevo presidente yanqui.

Todos estos actores esperan a conocer los primeros movimientos de un hombre que pese a tener acusaciones de violencia de género, violaciones, fraude al fisco, racismo, y a haber desplegado una campaña llena de odio y abominaciones, obtuvo el voto del país que dice tener la mejor Democracia del mundo.

El tiempo dirá si los norteamericanos, cansados de la política tradicional encarnada en la poco carismática Hillary Clintón, han optado por poner al frente de su nave a un Nerón, o al «líder fuerte» que volverá a hacer «América Grande de nuevo» como propalan sus seguidores.

Entretanto, las bolsas de comercio y los líderes mundiales esperan una señal sobre que significa este salto al vacío de poner a un creador de Reality Shows al mando del botón nuclear. Sin embargo, el Establishment mundial no tiene por costumbre realizar saltos al vacío, sino minuciosos cambios de rumbo fríamente estudiados. Algunos ya extrañan a Obama.

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