Papa Francisco: «Con los chicos no se juega»

«Me siento llamado a hacerme cargo» y «a pedir perdón» por el mal que algunos sacerdotes «cometieron con los abusos sexuales contra niños», dijo Francisco en una jornada «toda para la infancia», como tituló el Osservatore Romano.
«Con los chicos no se juega», acotó el pontífice en el inesperado «mea culpa» sobre los delitos perpetrados por algunos sacerdotes.
Citado por Radio Vaticano, durante una audiencia con la ONG Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE por sus siglas en francés), el Papa afirmó que no será dado ningún «paso atrás» en el «tratamiento de este problemas» y en las «sanciones» contra religiosos.
«En nuestros días es importante llevar adelante proyectos contra el trabajo esclavo, contra el reclutamiento de niños soldado y contra todo tipo de violencia sobre los niños», agregó Francisco, agradeciendo a los representantes del organismo que se ocupa de la infancia.
Pero la reflexión comenzó sobre todo por los abusos cometidos contra los niños por exponentes de la Iglesia: «Me siento llamado a hacerme cargo» y a «pedir perdón» por todo el mal que «algunos sacerdotes, bastantes, bastantes en número pero no en proporción a la totalidad, cometieron, por los abusos sexuales contra niños».
«La Iglesia es consciente de este daño. Es un daño personal y moral de ellos, pero de hombres de la Iglesia. Y nosotros no queremos dar un paso atrás en lo que concierne al tratamiento de este problema y a las sanciones que deben fijarse. Al contrario, creo que debemos ser muy fuertes. Con los chicos no se juega».
Francisco también afirmó que es preciso «reiterar el derecho de los niños a crecer en familia, con un papá y una mamá capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su maduración afectiva».
«Para seguir madurando en relación con la masculinidad y la feminidad de un padre y de una madre», dijo el Papa en audiencia con miembros del BICE.
Francisco también quiso manifestar su rechazo a «todo tipo de experimentación educativa con los niños. Con los niños y los jóvenes no se puede experimentar. No son cobayos».
El Papa subrayó que «los horrores de la manipulación educativa que hemos vivido en las grandes dictaduras genocidas del siglo XX no desaparecieron».
Asimismo, en una audiencia con el Movimiento por la Vida, Francisco citó palabras del Concilio Vaticano II para afirmar que «el aborto y el infanticidio son delitos abominables».
«La vida humana es sagrada e inviolable, dijo el Papa a los miembros del Movimiento, a quienes agradeció su defensa de la vida humana «desde la concepción».
«El niño por nacer en el seno materno es el inocente por antonomasia», agregó el Papa, invitando a luchar para que «cada mujer se sienta considerada como una persona, escuchada, acogida, acompañada».
«Hablamos de los niños -continuó luego el Papa en una parte improvisada de su charla-, ¡hay tantos! Pero yo quisiera también hablar de los abuelos, la otra parte de la vida. Porque nosotros debemos ocuparnos también de los abuelos, ya que los niños y los abuelos son la esperanza».
En la audiencia había unas 500 personas, con muchos niños en brazos de padres: «Pensé que había entrado en un jardín de infantes», bromeó el Papa al llegar a la Sala Clementina, donde incluso invitó a las madres presentes a amamantar a sus niños que «lloraban de hambre».
Luego Francisco defendió la objeción de conciencia, contando un episodio que le ocurrió hace unos años, cuando era arzobispo de Buenos Aires, al reunirse con médicos.
«Uno me llamó aparte, tenía un paquete y me dijo: ‘Padre, yo quiero dejarle esto a usted. Estos son los instrumentos que usé para hacer abortos. Hallé al Señor, me arrepentí, y ahora lucho por la vida’. Me entró todos estos instrumentos. Recen por este buen hombre», contó Francisco.
«Cada derecho civil -observó el Papa- se apoya en el reconocimiento del primer y fundamental derecho, el derecho a la vida, que no está subordinado a ninguna condición, ni cualitativa ni económica ni mucho menos ideológica».
Repitiendo las palabras usadas en su exhortación apostólica «Evangelii Gaudium», dijo: «Así como el mandamiento ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy debemos decir que no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esta economía mata».
«Se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar. Comenzamos la cultura del descarte, que además es promovida», agregó.
Para el Papa, «uno de los mayores riesgos de nuestra época es el divorcio entre economía y moral, entre las posibilidades ofrecidas por un mercado provisto de toda novedad tecnológica y las normas éticas elementales de la naturaleza humana, cada vez más descuidada».
«Por lo tanto es preciso reiterar la más firma oposición a todo atentado directo a la vida, especialmente inocente e indefensa, y el niño por nacer en el seno materno es el inocente por antonomasia», subrayó.

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