Marcha por la aparición de los estudiantes y en repudio al asesinato de un sacerdote

México DF, 26-12-14 (Télam).- Miles de personas se manifestaron por las calles de la sureña ciudad de Iguala, estado de Guerrero, al cumplirse tres meses de la desaparición de 43 estudiantes, en una jornada también marcada por el repudio del Episcopado mexicano ante la muerte del sacerdote Gregorio López, quién se encontraba desaparecido.

Familiares de los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa iniciaron esta tarde su recorrido desde la cabecera municipal de Cocula, una localidad vecina donde la fiscalía cree que los jóvenes fueron asesinados y sus restos arrojados a un río.

Desde temprano, unas 250 personas se dieron cita en Cocula para iniciar su recorrido, una parte del cual se realizó a bordo de micros.

Los familiares condenaron la «impunidad» de los grupos delictivos vinculados al narcotráfico en la zona como Guerreros Unidos, al que se atribuye el asesinato de los jóvenes, que fueron entregados por las policías de Iguala y Cocula, por órdenes del alcalde de aquella ciudad, José Luis Abarca, actualmente en prisión.

De los 43 estudiantes, que se dirigían a bordo de los ómnibus a recaudar fondos para su causa en Iguala, sólo uno ha sido identificado por un laboratorio forense austríaco como Alexander Mora, aunque Ramos Reyes, dirigente de un sindicato de docentes del estado, afirma que «no hay una certeza absoluta» de ello.

Actualmente hay más de medio centenar de detenidos, la mayoría agentes municipales, entre ellos el alcalde Abarca y su esposa Angeles Pineda, quienes ordenaron el ataque para evitar que arruinaran un acto donde la mujer rendía un informe sobre sus actividades filantrópicas.

Por otro lado, hoy también fue una jornada de repudio por la muerte del sacerdote Gregorio López, secuestrado el domingo pasado en Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero, quien fue hallado muerto anoche de un balazo en la cabeza.

El crimen generó hoy una inmediata reacción de repudio de la jerarquía católica mexicana, que proclamó un «Basta ya» a la inseguridad y la violencia. «Haciéndonos eco del sentir de muchos mexicanos, repetimos: ­Basta ya! No queremos más sangre.

No queremos más muertes. No queremos más desaparecidos», señaló la Conferenciadel Episcopado Mexicano (CEM) en un comunicado.

«Exigimos a las autoridades el esclarecimiento de éste y de los demás crímenes que han provocado dolor en tantos hogares de nuestra patria, y que se castigue conforme a derecho a los culpables», afirmaron los obispos.

El sacerdote conocido como Padre Goyo fue secuestrado el domingo en Altamirano, en la frontera con los estados de Michoacán y México, una zona llamada «Tierra Caliente», de alta criminalidad.

La región, donde se cultiva y trafica droga, es vigilada desde hace un mes por contingentes federales en los que participa la Gendarmería Nacional, la Marina, el Ejército y la Policía Federal.

Otro sacerdote dijo que el domingo 21 la víctima pronunció una dura homilía en su parroquia en la que condenó a la banda Guerreros Unidos por la desaparición y asesinato de 43 estudiantes el pasado 26 de septiembre.

El Padre Goyo también había levantado su voz contra el ex alcalde de Aptazingán, Michoacán, Uriel Chávez, y contra miembros de la organización criminal Caballeros Templarios.

Los Obispos de México expresaron sus condolencias a la Diócesis de Ciudad Altamirano, al Seminario Mayor «La Anunciación» y a la familia del prelado.

«Renovamos nuestra invitación a unirnos para pedir a Dios por la conversión de todos los mexicanos, especialmente de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte», inidicó la CEM.

En esa línea, el Centro Católico Multimedial calificó como «fatídico» 2014 para la diócesis de Guerrero por el asesinato de tres sacerdotes; otros dos curas fueron hallados muertos recientemente en la conflictiva región sur de México.

Se trata del ugandés John Ssendyondo, secuestrado en Chilapa y luego hallado su cuerpo en octubre pasado en una fosa clandestina en el municipio de Zitlala, y Ascención Acuña, desaparecido en San Miguel Totolapan, Guerrero, y encontrado muerto en las márgenes del río Balsas.

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