Lino Barañao y el futuro de la ciencia en América Latina

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MinCyT) fue creado en diciembre de 2007 por la presidenta Cristina Fernández y se destaca, a nivel regional, por ser el primero en Latinoamérica que contempló a la innovación productiva bajo la misma esfera que a la ciencia y la tecnología. La distinción no representa sólo un asunto nominal, pues todas las políticas públicas que se planifican y se ejecutan desde la cartera articulan los tres campos con la intención de fortalecer un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo.

Lino Barañao es Doctor en Ciencias Químicas (UBA) y cuenta con una extensa carrera como investigador. Desde 1980 ha profundizado sus estudios en biología celular, fisiología de la reproducción y biotecnología animal. En 2002 participó en el equipo que logró la primera ternera clonada de Iberoamérica, alterada genéticamente para la producción en leche de hormona de crecimiento humana (hGH).

En la actualidad, es uno de los pocos científicos que, a nivel mundial, tiene la posibilidad de administrar la cartera en la que se especializa. Sin embargo, Barañao no es nuevo en todo esto, por el contrario, cuenta con una vasta trayectoria en la gestión de instituciones científicas. Presidió la Asociación Argentina de Biología (1995-1996) y la Comisión Asesora de Tecnología del Conicet (1999-2000); fue secretario de Investigación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) (2002-2003) y presidente del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (2003-2007).

En esta oportunidad, en diálogo exclusivo con Nodal Tec, el funcionario opina sobre la importancia de articular relaciones a nivel regional e internacional; describe la incidencia de los desarrollos tecnológicos locales en Latinoamérica; y proyecta sobre los nuevos desafíos que tienen las autoridades de la región de cara a las próximas décadas.

-¿Cómo describiría la evolución de los vínculos regionales de Argentina respecto a los países de la región? En este sentido, ¿cuáles cree que son los principales acuerdos logrados durante su administración?

-Desde el 2007, el MinCyT ha intensificado los vínculos con América Latina. En particular, rescataría el fortalecimiento de los lazos a nivel del Mercosur.

-¿Por ejemplo?

-Podría nombrar, por caso, el desarrollo de proyectos como Biotecsur que implicó la aplicación de la biotecnología a distintas cadenas alimentarias. De aquí, obtuvimos un sistema robotizado para examinar los fenotipos de vegetales y fue vital porque sentó un precedente para el inicio de una eficiente cooperación a nivel regional. Sobre la base de este éxito, Brasil y Argentina decidieron continuar con el financiamiento de proyectos colaborativos.

-Desde esta perspectiva, ¿por qué piensa que es importante la articulación de la ciencia y la tecnología a nivel regional?

-La articulación es importante para los países de la región porque debemos alcanzar una masa crítica suficiente como para realizar desarrollos trascendentes. Tengamos en cuenta que el presupuesto de varios países de la región sumados no alcanza a equiparar a una compañía multinacional de primer nivel en el área de la tecnología; entonces, es necesario aunar esfuerzos para hacer más eficiente la inversión. Creemos, además, que la región tiene demandas de tecnología que no se cubren con la oferta internacional y en particular todo lo que tiene que ver con innovación inclusiva, es decir, cómo llevar la tecnología a aquellas poblaciones que no han tenido ningún aporte de las grandes metrópolis y que, por lo tanto, carecen de una demanda estructurada. Eso es algo que los países centrales no están en condiciones de ofertar. Tenemos que empezar a formar jóvenes en la región con esta doble visión: por un lado, ser competitivos a nivel internacional y, por otra parte, mantener la preocupación por mejorar la calidad de vida del ciudadano a través del aporte de conocimiento.

-¿Qué posición ocupa Argentina a nivel regional?

-Argentina es líder en muchas áreas del conocimiento a nivel internacional. Los resultados del ranking SCImago demuestran que el CONICET se ubicó en el puesto n° 79 de producción científica sobre casi 5.000 instituciones de todo el mundo. En América Latina, nuestro país es el que cuenta con el mayor número de investigadores por cada mil habitantes de la población económicamente activa.

-En esta línea, ¿cuáles cree que son las ventajas que implica tener un Ministerio especializado en la administración del área a diferencia de otros países como Chile que no tienen una cartera de ciencia y tecnología?

-La ventaja de tener un Ministerio es que otorga la posibilidad de poder coordinar en forma transversal y con mayor fluidez la comunicación con otros órganos del gobierno. La ciencia aporta mejor calidad de vida a través de diversas carteras como puede ser el Ministerio de Salud, el de Industria, el de Educación, etc. Ahora bien, lo que llega efectivamente del área de ciencia a la ciudadanía de forma más directa es la divulgación científica, motivo por el cual nosotros hemos jerarquizado esta actividad dentro de las prioridades de nuestro Ministerio. Por otra parte, ante la opinión pública y el sector político en general, el rango de Ministerio brinda una posición de mayor visibilidad que ayuda a que el conocimiento sea visto como un recurso imprescindible para el desarrollo de los países modernos.

-Respecto a la tendencia general de la región, ¿piensa que aún los sistemas científicos continúan en cierta línea de dependencia respecto a las grandes potencias?

-Creo que dentro de la región todavía existe cierta dependencia, en particular, porque la política de formación de recursos humanos sigue basada en el envío de jóvenes profesionales a los grandes centros metropolitanos de Europa o Estados Unidos. Un brasileño, un chileno o un argentino que va a Europa, termina teniendo como amigos a científicos noruegos, chinos o ingleses y mantienen ese vínculo luego en su vida profesional.

-Desde aquí, ¿qué estrategias desarrollan para poder revertir esa situación?

-Será fundamental comenzar a formar recursos humanos en América Latina para sentar las bases de redes de cooperación a nivel regional. Iniciativas como el Centro Latinoamericano de Formación Interdisciplinaria (CELFI, (www.celfi.gob.ar), que ya funciona de modo activo en Argentina, marca el camino hacia una nueva visión respecto a la formación de los recursos humanos en la región.

-Por último, ¿cuáles son los desafíos de cara al futuro? En esta línea, ¿qué proyectos tienen en mente para robustecer el sistema latinoamericano y caribeño de ciencia y tecnología?

-Creemos que uno de los desafíos es la formación de recursos humanos localmente y, en particular, la realización de proyectos de innovación inclusiva, que es la mayor demanda que tiene la región para lograr mejorar la equidad de sus sociedades. En nuestro caso, experiencias como la que hemos realizado con la Cooperativa Payún Matrú en Malargüe, Mendoza, a partir de la producción de lana de guanaco de alta calidad, o bien la puesta en valor del sitio arqueológico del Shincal de Quimivil en Catamarca que, en la actualidad, funciona como la base de un emprendimiento turístico que va a dar trabajo a la población local. Se trata de casos exitosos que pueden extrapolarse a otros países. Tenemos que intensificar el vínculo entre los decisores en materia de políticas científicas de la región y de esa forma, diseñar líneas de acción y programas de largo plazo para América Latina.

Pablo Esteban- Nodal Tec

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