«La corrupción tiene enorme influencia sobre la gobernabilidad y la calidad de vida de los ciudadanos. Es nuestra responsabilidad como gobernantes atender a la urgente demanda de transparencia y de lucha contra la corrupción», dijo Vizcarra en su discurso inaugural.
El encuentro entre gobernantes de los países americanos ocurre a menos de un mes de que el ex presidente del país anfitrión, Pedro Pablo Kuczynski, renunciara el 21 de marzo envuelto en un escándalo de corrupción, siendo reemplazado por Vizcarra.
Vizcarra expresó la necesidad de «reconstruir el orgullo peruano» y reconoció que «la corrupción es un obstaculo para el desarrollo y el goce efectivo de los derechos humanos».
Mencionó que los sondeos sobre la percepción de la corrupción en las Américas presentan resultados contundentes, con 7 de cada 10 ciudadanos apuntándola como una de las mayores preocupaciones.
«Los estados del Hemisferio hemos ensayado reformas durante las últimas dos décadas, no obstante una reciente ola de escándalos de corrupción mostraron que no fueron suficientes. Estamos en deuda con nuestros pueblos», enfatizó.
Luego del mandatario peruano, tomó la palabra el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, quien dijo que «la corrupción es una enfermedad hereditaria autoinmune».
Según Almagro, da la impresión de que se trata de un fenómeno nuevo, pero que en verdad «ha sido implacable y omnipresente en la historia».
Destacó que el surgimiento de múltiples escándalos en diversos países de la región «es gracias a la democracia», que los trajo a la luz.
«Debemos ganar la batalla contra la corrupción con democracia, sabemos que aunque nunca muera se la puede acorralar», dijo.
Los mandatarios abordarán este sábado el tema central «Gobernabilidad democrática frente a la corrupción», en busca de medidas para reducir ese flagelo, aunque muchos observadores resaltan el hecho de que varios gobiernos participantes se enfrentan graves acusaciones en ese sentido.
Denuncias vinculadas sobre todo al denominado caso Odebrecht, la empresa constructora brasileña de infraestructura con actuación en diversos países, involucra en denuncias de ilícitos a dirigentes políticos, además de Brasil, en Argentina, Ecuador, Perú, y otros países.
La Cumbre está marcada por la ausencia del presidente de EEUU, Donald Trump, quien a última hora decidió no asistir bajo el pretexto de ocuparse de la situación en Siria, desairando a los mandatarios de la región con los que se encontraría cara a cara por primera vez.
Por otra parte, el líder estadounidense adoptó una postura agresiva en las últimas semanas, militarizando la frontera con México, endureciendo su discurso contra los inmigrantes y elevando tarifas de importación contra diversos productos que perjudican directamente a varios países de la región.
Los analistas apuntaron que la sorpresiva decisión de Trump de no asistir a la reunión de Lima revela que la relación con los países de América Latina parece no hallarse entre las prioridades de su gobierno.
El gobierno de EEUU, encabezado por el vicepresidente Mike Pence, pretende convencer a los países del continente en la Cumbre para que adopten una posición más dura con Venezuela.
Al mismo tiempo, la Cumbre ocurre en el contexto de una fuerte preocupación con las medidas proteccionistas anunciadas por Trump, que podrían afectar el comercio internacional y la economía de varios países de la región.
El primer mandatario en llegar a la Cumbre, el ecuatoriano Lenin Moreno, regresó de urgencia a Quito ante las noticias del asesinato de un equipo de periodistas a manos de un grupo disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Las Cumbres de las Américas, que se celebran cada tres años, ofrecen la oportunidad a los países de definir conjuntamente una agenda hemisférica al más alto nivel.